
La magia de la Casa alta de Tindaya

La casa alta de Tindaya constituye un ejemplo de la arquitectura burguesa desarrollada en la isla de Fuerteventura durante el siglo XVIII, levantada al resurgimiento de una economía emergente ligada a la cochinilla y la barrilla; de sus muros emanan recuerdos y leyendas que nos hablan de la historia cercana de un pueblo, sobre todo de lo más transcendental: de lo mágico y de lo divino….
Según la leyenda la Montaña de Tindaya es por excelencia un lugar donde moraban las brujas desde las más antiguas noches de los tiempos, desde que los majos realizaran sus rituales en la cima de la misma, donde lo mágico, unido a lo divino, diera vida a tantas y tantas historias que recorrían los caminos de un pueblo, cuyas casas, construidas con barro y piedra de sus entrañas, quedaban mimetizadas sobre el lomo que todo lo dominaba y que, receloso, miraba a un unico sitio, a la cima de la Montaña de Tindaya, porque de allí venia lo bueno y lo malo, lo misterioso y lo preciso, las lluvias que daban la vida y la muerte, siempre la muerte….
Desde allí arriba de la montaña bajaban las brujas aprovechando la oscuridad de la noche, para dilucidar en los asuntos terrenales, porque ellas eran las que regían todo el devenir del pueblo de Tindaya y según la leyenda, cuando el sol salía, todas las que aún andaban por el pueblo, se guarecían en la Casa Alta de Tindaya, según se cuenta, desde que se construyo siempre estuvo habitada por estos bichos, y dice la leyenda que para conseguirlo se valieron de sus argucias convenciendo a su dueño a que subiera hasta lo alto de la Montaña de la Muda, porque desde allí podía ver mejor la magnitud de su recién terminada obra, que por su grandiosidad sobresalía de manera maravillosa de todas las demás construcciones del pueblo, y así lo hizo; dejándose llevar por ellas y por su cada vez más creciente vanidad, subió hasta lo alto de la montaña para contemplarla, tan alucinado quedó de tanta majestuosidad creada por él, que no recalo de la presencia de las brujas que le empujaron montaña abajo, pereciendo casi de inmediato.
Esta victoria, se dice, fue celebrada en el “ bailadero de las brujas”, que está junto a la Montaña de la Muda, y cuya presencia es notada por las corrientes de aire que fluyen, y que se dice, son almas atrapadas que en danza giran en torno a las hechiceras.
Y desde ese día, en la casa sólo moran ellas y, todo el pueblo supo, ademas, que desde aquel preciso momento sus almas también pertenecen a las noches de las brujas.
Escrito por Pedro Carreño
Comentarios Recientes