
La Molina de la Asomada

La molina de La Asomada está declarada Bien de Interés Cultural –hay 23 catalogados en Fuerteventura-, y se encontraba en desuso desde mediados del siglo pasado, como consecuencia del abandono de los métodos tradicionales de elaboración de gofio ante la llegada de la producción industrial. Las molinas o ‘molinos hembras’, aunque menos comunes que los molinos, son un elemento arquitectónico cuyo uso se extendió durante décadas en el entorno rural de Fuerteventura, debido a que su utilización o alquiler suponía un proceso fundamental en el economía de la Isla, eminentemente cerealista.

La invención de la molina o molino ‘hembra’ se atribuye a Isidoro Ortega, natural de Santa Cruz de La Palma, en el siglo XIX. Su principal innovación es que reúne en una única planta las actividades de molienda y manipulación del grano, lo que supone una ventaja con respecto al molino (que ya existía en Canarias a finales del s. XVIII), en el que el molinero ve dificultada su tarea al tener que desplazarse constantemente entre las dos o tres plantas del edificio.
Otra cualidad de la molina es su ‘portabilidad’. Al ser su principal característica la marcada diferencia entre la maquinaria y el edificio, la molina permitía a sus propietarios, en caso de necesidad, transportar en un momento dado la torre y la maquinaria de molienda a una nueva edificación, lo que resultaba relativamente sencillo ya que ésta consta únicamente de una sola habitación cuadrangular.
Asimismo, la configuración de la molina facilitaba su desmontaje cada cierto tiempo, operación que era necesario realizar para ‘picar’ las piedras de moler una vez que alcanzaban cierto nivel de desgaste, como consecuencia de la fricción.
Para restaurar esta molina, el Cabildo ha encargado los trabajos de carpintería al taller de Domingo Molina, mientras que la reconstrucción del edificio, que también se encontraba bastante deteriorado, está siendo realizada por el personal de la Consejería de Infraestructuras.
La restauración de la Molina de La Asomada ha permitido reutilizar la mayor parte de las piezas de madera originales, como es el caso de la torre (también llamada destiladera, por su forma), la tolva, la canaleja, el pivote o puyón, las dos ruedas dentaras y la base o cruceta. Las piezas de metal también se han restaurado, como son el pivote o puyón, el husillo, la lavija del freno, el cangrejo y la aguja o eje. Los que han necesitado ser reproducidos son principalmente las aspas, el harinal, varias maderas y tornillos de la torre y el rabo o timón, entre otros.
Recuperación de los molinos y molinas de la Isla
A lo largo de los últimos años el Cabildo de Fuerteventura ha restaurado una quincena de molinas y molinos, distribuidos por todo el territorio insular.
Además de su recuperación mediante la utilización de recursos propios, el Cabildo ha redactado los proyectos que han ejecutado otras instituciones, como ocurre con la Molina del Carmen, que se encuentra en la Plaza Patricio Calero de Corralejo y que ha sido restaurada por el Ayuntamiento de La Oliva, o ha asesorado técnicamente a los propietarios que han decido actuar ellos mismos, como ocurre con el Molino de Lajares o la Molina de Tindaya-Tebeto.
Tras finalizar la actuación en la Molina de La Asomada, el Cabildo tiene previsto restaurar otros molinos también declarados BIC, siendo los próximos dos de ellos ubicados en Valles de Ortega (Antigua), ambos de su propiedad.
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